luns, 5 de xaneiro de 2015

"Deseo que venga el diablo", un fragmento


Comezamos o ano cun post de #inspiración. 
Qué ganas de ler a Mary MacLane por fin en castelán. Con prólogo de Luna Miguel e forma de diario, edita Seix Barral. Extracto recollido da súa páxina, aquí
Butte, Montana, 13 de enero de 1901
Yo, de condición femenina y diecinueve años, empiezo
ahora a poner por escrito un Retrato lo más completo
y franco que me sea posible de mi persona, Mary Mac-
Lane, para quien en el mundo no hay parangón.
Estoy convencida de ello porque soy peculiar.
A todas luces soy original, por nacimiento y por evolución.
Poseo una intensidad vital muy poco habitual.
Soy capaz de sentir.
Tengo una capacidad maravillosa para la desgracia y
la felicidad.
Soy amplia de miras.
Soy un genio.
Soy filósofa de una buena escuela peripatética, la mía
propia.
No me importan ni el bien ni el mal: tengo una conciencia
nula.
Mi cerebro es un conglomerado de feroz versatilidad.
He alcanzado un estado realmentemaravilloso de infelicidad
desdichada y malsana.
Me conozco, ¡y tanto que me conozco!
He alcanzado un egotismo que es verdaderamente
singular.
Me he adentrado en las sombras espesas.
Todo esto constituye peculiaridad. Entiendo, pues,
que soy muy muy peculiar.
He buscado y rebuscado el menor atisbo de un parangón
entre los varios cientos de personas a los que puedo
llamar conocidos. Ha sido en vano. Hay gentes y más
gentes de distintas profundidades y complejidades de carácter,
pero nadie puede compararse conmigo. Los jóvenes
de mi edad —cuando me da por ofrecerles tan sólo
un destello de cómo funciona en realidad mi mente—no
pueden por más que mirarme con estulticia desorientada,
atónitos; por su parte, los viejos de cuarenta y cincuenta
—y es que los de cuarenta y cincuenta siempre
serán viejos a los diecinueve—, o bien tampoco pueden por
más que mirarme con estulticia, o bien, al tiempo que su
estrechez demente se reafirma sola, esbozan esa sonrisilla
picarona de superioridad que reservan sin falta para las
boberías de los jóvenes. ¡Lo memo que se puede ser en
ocasiones a los cuarenta y cincuenta!
Se trata, ya se ve, de casos extremos. Hay entre mis
conocidos jóvenes que no me miran con estulticia, y sí,
incluso de cuarenta y cincuenta, también hay quienes
entienden algunas fases de mi compleja personalidad,
aunque ninguno que la comprenda en toda su extensión.
Pero, como he dicho, no esperéis encontrar tan siquiera
el atisbo de un parangón entre éstos.
Pienso ahora, sin embargo, en dos mentes famosas del
mundo de las letras con las que lamía guarda ciertas similitudes
interesantes.Hablo de las de Lord Byron y Marie Bashkirtseff.
Es en el Byron de Don Juan en quien encuentro
asomos demi persona. De esa sublime efusión pocos habrá
que admiren al personaje de Don Juan,mas todos deberían
admirar a Byron. Es de veras admirable.Desnuda ymuestra
su alma como una maraña de bien y mal—como se conocen
estos términos—para que el mundo entero la contemple.
Conocía la raza humana y se conocía a símismo.
En cuanto a esa extraña ilustre que era Marie Bashkirtseff,
sí, es cierto que me parezco a ella en muchos aspectos,
tal y como me han dicho. Pero en la mayoría de
las cosas la supero.
Donde ella es profunda, yo profundizo más.
Donde ella es maravillosa en su intensidad, yo maravillo
aún más en mi intensidad.
Donde ella destila filosofía, yo soy filósofa.
Donde ella despliega una vanidad y un engreimiento
pasmosos, yo despliego una vanidad y un engreimiento
aún más pasmosos.
Aunque ella, a decir verdad, pintaba cuadros buenos,
y yo, ¿qué sé hacer yo?
Ella tenía una cara hermosa mientras que yo soy un
insignificante animalillo de rasgos ramplones.
Ella se rodeaba de amigos que la admiraban y la comprendían
mientras que yo estoy sola..., sola, por mucho
que haya gente y más gente.

14 de enero

Tengo en mí el germen de la vida intensa. Si pudiera
vivir, y lograr escribir mis vivencias, el mundo en sí sentiría
la intensidad que poseen.
Tengo la personalidad, la naturaleza, de un Napoleón,
en su traducción femenina. Y por tanto yo no conquisto,
ni siquiera lucho. Me las ingenio sólo para existir.
Pobrecilla Mary MacLane... ¿Qué no serás? ¿Qué cosas
tan maravillosas no harás? Siempre aplastada, medio enterrada,
una semilla que cayó en suelo yermo, sola, incomprendida,
críptica... ¡Ay, pobrecilla Mary MacLane! Llora, mundo
—¿por qué no lloras?—, por la pobre Mary MacLane.
Si hubiera nacido hombre, ya habría dejado una impronta
profunda de mí misma en el mundo, al menos en
alguna parte. Pero soy mujer, y Dios, el Diablo, el Destino,
o quien fuera, me ha desollado, me ha despojado del
grueso pellejo exterior y me ha arrojado en plena vida: he
quedado como un ser solitario, maldito y lleno de la sangre
roja rojísima de la ambición y el deseo, aunque temeroso
de que lo toquen, pues ya no hay pellejo grueso entre
mi carne sensible y los dedos del mundo.
Pero deseo que me toquen.
Napoleón era hombre y, por sensible que fuera, su
piel estaba bien guarnecida.
Pero yo soy mujer, en pleno despertar, y nada más
despertar y mirarme, de buena gana me daría media
vuelta y volvería a dormirme.
Todo esto entraña un dolor cuando una es mujer, joven
y sola como ninguna.
Me embarga una ambición, darle almundo el Retrato
de Mary MacLane al desnudo: su corazón de madera, su
buen cuerpo de joven, su mente y su alma.
¡Deseo escribir, escribir y escribir!

 (...)


Un proxecto coa lectura do texto en video do director Tim Blue "Happiness For One Day" (1997-c. 2006). Actress: Heidi Follin. Narrator: Susanne Sachsse. Music: John & Tim Blue.

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